SÍNDROME DE LA MUJER DESPROTEGIDA

“Después que Papá Dios creó al hombre, observó su obra unos segundos, y concluyó: ‘Puedo hacer algo mucho mejor’ e hizo a la mujer”... LA PIMPI.-

Chiste sangrón y feminista. No creo en esas especias, porque si bien nos dan mucho, también nos quitan. Cuidado.

Tenía ratico de no escribir nada; alrededor de cinco meses y de pronto, como una luz que te ilumina en medio de una oscuridad profunda, mi vecina me dio un tema y una razón para escribir… “Las mujeres desprotegidas”.

Tal vez sea porque pertenezco a una familia en la que el único varón es mi padre. Éste, al ver que no tuvo un primogénito o algún “XY”, enfocó algunos de sus conocimientos masculinos en sus tres hijas. Y ahí, es donde empieza el asunto.

No, no tengo la habilidad de un hombre para agarrar un machete y utilizarlo, mucho menos con una pala, pica, segueta, un destornillador, alicate o pinza; pero no me da miedo usarlos y al final logro, con algo de esfuerzo extra, mi objetivo.

Jamás me he avergonzado por ser un poco “machorrita” en ese aspecto. Me da una pereza sentarme a esperar a que un hombre “venga a mi rescate” y haga algo que yo puedo hacer. Aunque me hago acreedora de las miradas sorprendidas de las personas que están cerca.

El detalle, y explicando qué tiene que ver mi vecina con todo esto, es el siguiente:

Por extraño que parezca, cuando ésta señora tiene a su marido cerca, se vuelve algo indefensa. Adquiere una actitud un poco, bueno, muy tonta e incapaz. Como si no tuviese neuronas y capacidades físicas.

La señora en cuestión, puede tardar minutos en entender una explicación o petición que no requiere el gran esfuerzo. No sabe cómo abrir y cerrar una llave de paso; ni idea de la forma correcta de sostener una rama para que su marido la corte; sus respuestas a preguntas sencillas que no son de vida o muerte, siempre están ligadas a la presencia de su “querido esposo”, jamás la he visto con una machete en la mano y usa esa vocecita de sosa para contestarle alguna pregunta a su “negro”.

Tengo que admitir que al igual que ella, las dos vecinas siguientes presentan las mismas características en extremo femeninas.

No lo comprendo. Dos de ellas son profesionales, eso da a entender que pueden resolver asuntos comunes sin necesidad de traductor masculino.

Tampoco es mi pensamiento que un ama de casa sea por defecto incapaz. De hecho, esas mujeres, al menos las de la campiña, son una “guerreras” y sin asco van agarrando un machete si lo necesitan, pueden matar un pollo con sus propias manos con tal de alimentar a su familia, labran la tierra, cambian un foco y así.

La pregunta es: ¿Qué lleva a algunas mujeres a lucir como idiotas frente a un hombre? ¿Por qué esa necesidad de parecer tontas e inútiles? ¿Será que es algo que les gusta a los hombres, sentirse machos fuertes y protectores?

Sin ánimos de que me mal interpreten, admito mis debilidades femeninas. Sé que hay cosas que no soy capaz de hacer sin la presencia o ayuda de un miembro del género masculino.

Sí, he usado esa vocecita de pendeja, sólo cuando necesito conseguir algo con un caballero. Algunas veces funciona; pero me fastidia parecer estúpida.

A veces me paso de independiente, fuerte y demás especias. Es más, he notado que las nuevas niñas de los tipos (tampoco es que sean muchos) con los que he salido, son mujeres dulces y femeninas en extremis. Escuché a uno decir, en algún momento, que le gustaba como era fulanita, porque ella era despreocupada y algo tonta.

Caballeros, ¿de verdad les gustan las mujeres así? ¿Eso les hincha el ego de macho? ¿Será, qué es justo y necesario padecer en algún momento el “Síndrome de la mujer desprotegida”?

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